A pesar de que uno de nuestros grandes anhelos como padres es lograr que las relaciones afectivas en nuestra familia sean muy positivas y perdurables, la cultura consumista en que estamos inmersos y formando nuestros hogares desfavorece nuestros vínculos familiares.
Debido a que la prosperidad hoy se mide en términos de los bienes y honores que obtengamos y no de la calidad de nuestros acciones, cada vez se valora más el “éxito” concebido en términos de lograr más fama, poder y dinero que todos.
Por este motivo se considera que es indispensable entrenar a los hijos para competir y ganar, si quieren llegar a “ser alguien” en la vida y, por eso, lo que predomina en sus relaciones son los celos, la envidia y la rivalidad, no el amor y la solidaridad....