Hierve la pequeña política a causa de las alianzas entre innumerables cabezas. Cada candidato malicia que solitario nunca llegará al primer cargo. Todos esgrimen supuestos principios inamovibles, básicos para abrazarse con alguno de sus pares.
Las fechas no dan tregua y los jefes no ceden en sus posiciones ni en su confianza ilusoria hacia el triunfo. Desde su orilla el pueblo contempla estos malabares entre risueño y descreído.
En el siglo XIX, cuando se fraguaron las teorías que incendiarían el XX, trotó por toda Europa el más célebre de los filósofos del anarquismo, el ruso Mijaíl Bakunin. De barba pobladísima y vientre potente, fue primero amigo y admirador de su contemporáneo Marx, luego contradictor.
Mucho aprendió sobre triquiñuelas en política....