La democracia española, como casi cualquier democracia parlamentaria del hemisferio occidental, es difícil de interpretar, y también es difícil entender la forma en que los poderes se ajustan, se acomodan o se equilibran entre sí, por la complejidad misma del sistema. Aunque no se cumpla en su totalidad el principio de la separación de poderes, sí se puede percibir que la competencia partidista por los distintos espacios de poder, es más racional y franca que en otras democracias, como las presidencialistas latinoamericanas.
El resultado de las elecciones generales celebradas el 26 de Junio es un reflejo de esta realidad y, desde luego, de la coyuntura política y económica que vive España. Sirvió para confirmar lo que ya estaba claro en las...