Mientras que en Guaviare las comunidades denuncian que al Gobierno Nacional le quedó grande la seguridad del territorio, en especial por la presión, los atropellos y los asesinatos cometidos por el frente primero —disidente de los acuerdos con las Farc—, desde Bogotá y La Habana se emiten cartas que confirman que la fuerza política “revolucionaria del común” está dividida y que hay corrientes adentro que aún se resisten a aceptar la desmovilización.
Se trata de dos escenarios que parecen distantes en la geografía, los intereses y los protagonistas, pero que pueden superponerse en las dinámicas imprevisibles que ha mostrado el conflicto armado colombiano en el tiempo: ex guerrilleros del EPL y del ELN al mando de escuadras paramilitares de las...