Pocos dudan en la Casa Blanca que la semana que terminó fue la peor de este tormentoso año y medio de presidencia de Donald Trump. Ni siquiera las famosas protestas de Charlottesville, Virginia, en agosto pasado, en las que el presidente fue incapaz de condenar con firmeza los actos violentos de supremacistas blancos, generaron tanto desanimo en los colaboradores del Ala oeste. El sentimiento entre los propios oficialistas es que el ejecutivo va en barrena al suelo. Y el millonario, acelera.
La ya famosa reunión de Helsinki -cuya fotografía de un mandatario estadounidense rindiéndole pleitesía a uno ruso quedará para la historia- tuvo en efecto catastrófico en aliados y enemigos del actual mandatario. Casi nadie, más allá de los fanáticos de...