Hace un tiempo recibí en mi correo electrónico un mensaje que decía en el asunto: “Pagan por leer!!!”. Yo, que cada vez que leo los avisos que ofrecen clases de inglés, de mandarín o de cálculo, de apartamentos en arriendo, de carros en venta, siempre sueño con que alguien ofrezca cosas poco comunes, me interesé por el anuncio y lo abrí.
Desde luego la oferta no era lo que yo me imaginaba. No cumplía con mis expectativas literarias. Lo que necesitaban no era un lector de esos que con agrado le leyó a Jorge Luis Borges cuando se quedó ciego, ni aquel que en las tabacaleras cubanas les lee a los torcedores (personas que confeccionan los habanos) periódicos, cuentos y hasta novelas. Lo que buscaban eran personas que estuvieran dispuestas a leer...