7:00 p. m. Un parque de Medellín. Al lado de los columpios una docena de niños vestidos con capucha negra practica artes marciales bajo las luces del alumbrado público que se difumina entre los árboles; en tanto, otros –más chiquitos– corretean después de salir del ensayo en la Red de Escuelas de Música. Al lado de la escena, sobre un tronco, un señor de blazer (ya sin corbata) espera a que su perro le traiga una pelota.
En las bancas, siete jóvenes fuman marihuana. Sus carcajadas retumban tanto como el olor de la hierba. Uno de ellos le lanza dizque “piropos” a una niña de diez años que juega ‘escondidijos’ con sus compañeritas.
No estigmatizo: narro lo que he visto varias veces en el mismo parque.
La Cámara de Representantes aprobó en último...