viernes
7 y 9
7 y 9
En su obra La música de las letras, dice el filósofo Fernando Savater “que los peores sibaritas de la glotonería en la edad clásica aspiraban a tener el gaznate alargado como el de las grullas, para disfrutar más tiempo del resbalar hacia adentro del bocado delicioso; pero justamente querrían deglutirlo y digerirlo en un instante, pues así podrían devorar otra vez con ansia renovada”.
Esa glotonería extravagante parece ser a la que aspiran llegar algunos funcionarios del Estado y políticos ávidos de poder a través de unas gargantas más profundas y privilegiadas para tragarse de una sola vez el presupuesto nacional. O fortalecerlo para molerlo a dentelladas, con recursos provenientes de unas clases medias, desamparadas por un Estado tan lejano como injusto.
Se nos ha dicho que la mágica fórmula de Fedesarrollo –que puede volverse realidad por cuanto su director quedó en la “comisión de sabios” que estudia la reforma tributaria estructural– de gravar las pensiones de jubilación equivalentes a tres millones de pesos mensuales, corre con alguna simpatía por determinadas curules de miembros de la Comisión Séptima del Senado ¿Gozará del apoyo de aquellos congresistas afines al régimen y el aval de parlamentarios independientes y de la oposición? ¿Los mismos conspiradores, acaso, que en las elecciones logran la reelección con las ayudas generosas de recursos oficiales o de aportes privados camuflados?
Pensiones de tres millones mensuales son las que están dentro de la franja de la clase media. De jubilados que ya sienten el peso de los años y que no tienen más recursos que ese dinero, fruto del ahorro forzoso en el tiempo de servicio y quizá de muchas fatigas laborales. De ingresos sobre los cuales ya pagaron sus tributos cuando constituían sueldos gravables en el mercado del trabajo. Poner a tributar aquellas pensiones sería una de las grandes injusticias que se cometerían. Pero que es previsible que se dé, dadas las circunstancias de que las clases medias carecen de dolientes y solo cuentan el día de elecciones para votar por quienes les despiertan ilusiones que luego se frustran y se violan cuando tienen la credencial de congresistas en sus manos.
Si Camus sostenía que “en política son los medios los que justifican el fin” –versión mejorada de Maquiavelo– ese postulado se aplica en Colombia con una variante. Y es que cualquier medio para sustraer recursos de los bolsillos de los más inermes contribuyentes, justifica el fin que sea, así degenere en inequidad social y politización del sacrificio tributario.
Si en un Estado democrático –y volvemos a Savater– “existe el derecho a la diferencia, no debe existir la diferencia de derecho”. Aquí los que más tienen, cuentan con el derecho a la abundancia y a las exenciones, y los que menos tienen, cargan la obligación de pagar contribuciones e impuestos sin protesta alguna.
No olviden los gurúes tributaristas que entre las propuestas formuladas por la Ocde está la consolidación de la clase media como política necesaria para disminuir la desigualdad. Pero con tantas medidas impositivas lo que se estaría logrando sería pauperizarla.
Seguimos leyendo las recomendaciones de las organizaciones internacionales al revés de lo que se hace internamente. ¿Será parte de la confusión nacional? .
