Para ser realistas, no hay Plan de Ordenamiento Territorial que resista la voracidad de los constructores (a pocos se les puede llamar urbanizadores).
Bajo su impulso el paisaje de las montañas del Aburrá desaparece. Se llenan de edificios y condominios. Se ve en Sabaneta y Envigado y en diferentes zonas del occidente de Medellín, de Guayabal a Robledo, pasando por Belén.
Los barrios, digámoslo, los están conformando esos constructores, casi que a la topa tolondra. En El Colombiano del domingo pasado un extenso informe mostraba los casos de San Antonio de Prado, la Loma de los Bernal, Calasanz y Robledo que están embotellados, sin vías. Sobre una estrecha calle se van levantando edificaciones que saturan la capacidad vial y le queda al Municipio...