En los juegos de la política el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, logró dos triunfos certeros. Mientras se le mantienen cerradas –como en casi todo su mandato de siete años– las puertas de los cambios internos; el demócrata acelera transformaciones geopolíticas que le van a garantizar un legado significativo. Su acercamiento a Cuba y el desenredo de la telaraña nuclear con Irán, son logros del calado justo para marcar su mandato.
Tras la pirotecnia cegadora de los anuncios, vale la pena descifrar el alcance de ambos. Por el lado cubano, lo obtenido es una movida clave y pragmática que le quita fuerza al discurso antiestadounidense, tan enraizado en nuestro continente. De la mano de un gobierno cubano, agobiado por sus necesidades y...