Con razón el premio Nobel de la Paz, el sudafricano Desmond Tutu, ha cuestionado el silencio cómplice “y ensordecedor de los vecinos de Venezuela”. Son mandatarios sumidos en el mutismo para no protestar contra los desafueros que contra la democracia ocurren en el país fracaso del socialismo chavista siglo XXI.
Hace pocos días Maduro llamó “sicario” al presidente del gobierno español, Mariano Rajoy. Y ahora zarandea al secretario de la OEA, el uruguayo Luis Almagro. Al primero lo atacó por las medidas establecidas en España sobre seguridad ciudadana. Al segundo, por ofrecer observadores internacionales que supervisen, en un país de fraudes, las elecciones legislativas de diciembre.
Maduro solo admite como vigilantes electorales a sus compadres...