Nos duele ver olas de venezolanos llegar a la frontera colombiana huyendo de la hecatombe creada por Nicolás Maduro. Los vemos instalarse en los parques, en las estaciones de buses, debajo de los puentes, en cualquier lugar en que puedan guarecerse. Todo lo han perdido.
Miles de ellos cruzan a diario puentes, ríos, trochas, con sus maletas o bolsas llenas con unas pocas pertenencias; algo para sobrevivir, algo para recordar lo que han dejado, algunas fotos, algunos bolívares que no valen nada, poca ropa y mucha tristeza. Cuando se huye no hay opción, se deja casi todo lo que se ama, se deja parte de la vida, se dejan hasta los muertos en el cementerio, sin saber cuándo se regresa.
Cuán triste es verlos tan lastimados. Forzados a huir para encontrar...