Houston, Texas. No son personajes de “Harry el Sucio”, solo llevan su apellido. Sus gestos y sonrisa centelleante podrían desfilar en un cuento de Alice Munro o de Raymond Carver. Sus trajes y joyas parecen reliquias del rancho de J. R. Ewing, el héroe de ‘Dallas’.
Es una pareja septuagenaria residente en Washington D. C. Está de visita en Houston, Texas –allí donde los republicanos se riegan como verdolaga en playa–. Mientras toman una copa de champaña de la bandeja de una mesera (invisible a sus ojos) que lleva en el uniforme un prendedor con el nombre “Lupe”, se declaran orgullosos seguidores de Donald Trump: “El mundo no ha podido entenderlo, es un gran empresario, no un político tradicional: ¡tienes que ser inteligente para comprender su...