En mi artículo anterior dije que se tumbaban los árboles en lo más profundo de la selva colombiana para evitar la presencia de las autoridades y poder sembrar la coca sin posibilidades de control.
El miércoles, después de enviar el artículo, vi en este diario unas fotos de cultivos de droga a lado y lado de una carretera terciaria. Esa es la diferencia entre cuando había un control real y cuando se hace todo para evitar ese control. Se prohibieron los bombardeos, se prohibió la fumigación con glifosato, se rebajó la erradicación manual y, como resultado de todo esto, se multiplicó por mucho el área de cultivo. Ahora se facilita todo para que los cocaleros puedan sembrar su droga al lado de las carreteras y la puedan llevar a los laboratorios...