Ocurrió con la cultura años atrás. Medellín siempre estuvo de espaldas al humanismo, a la formación de individuos que no solo vieran rentabilidad económica en todo cuanto hacían en sus proyectos de vida. Aquella conducta utilitarista, de un pragmatismo que menospreciaba las expresiones plásticas, la literatura, la música, afanada por el lucro, saltó al peor de los abismos llevada de la mano por las mafias que le enseñaron a aquella sociedad pacata no solo a desvivirse por las extravagancias y el lujo sino a matar al que se interpusiera en el camino a la felicidad que era, por supuesto, la riqueza material, su acumulación y su fanfarronería.
Después de muchos muertos, con tantos “ensayos y errores”, y de ampliar sus sensibilidades a otros espectros...