Lenín Moreno ganó en abril unas ajustadas elecciones presidenciales ecuatorianas con el discurso de la continuidad. Como vicepresidente de Rafael Correa logró convencer a su pueblo de la necesidad de seguir una senda socialista, aunque aclaró, cada vez que pudo, que no sería una marioneta del presidente saliente. Debe demostrarlo con fuerza, a partir de mañana, cuando tome las riendas de Carondelet.
Hay tres factores fundamentales para que el nuevo presidente ecuatoriano busque una senda propia, aunque mantenga elementos de la vieja doctrina.
El primero de ellos es el desgaste de un estilo que dirigió Ecuador por una década, con inmensos logros, pero preocupantes reparos por su confrontación y autoritarismo. El nuevo gobernante reconoce que la...