Despido a mi querido hermano mayor con las palabras de Víctor Hugo: “No es la noche, es la luz. No es la nada, es la eternidad. No es el fin, es el principio”.
De los 5 hermanos, ya solo quedamos 2. Así es la vida y así la debemos aceptar. Queda en mí la memoria de un hombre íntegro que superó las más dolorosas pruebas y recorrió los más interesantes caminos.
Mariano, en sus noventa años, jamás dejó de estudiar, descubrir y admirar esa riqueza inmensa que nos ofrece la vida, ni de sorprenderse por las ofertas de la naturaleza.
Antioqueño “de pura cepa”, gustábamos de repetir los versos del himno antioqueño, del poema de Epifanio Mejía, en especial aquellos que a mi padre le producían la mayor emoción: “Yo nací altivo y libre sobre una sierra Antioqueña...