Santos firma porque firma. Es decir, el proceso con las Farc no tiene reversa. El presidente puso todos sus huevos en ese canasto y no tiene opción política distinta. Aunque las alarmas suenen por todos lados y aunque la coyuntura muestre perturbadores signos de deterioro. Incluso, hay que entenderlo, entre peor le vaya en otros frentes, más se entrega Santos en La Habana.
En la medida en que su “legado” en todos los demás campos se va deteriorando, su dependencia del proceso con la guerrilla se agudiza. Lo malo es que las Farc lo saben y por eso lo ordeñan de manera ordenada y sistemáticamente. No importa lo que pase, Santos cederá y cederá hasta la firma final.
Pero lo que está pasando hoy augura futuras tempestades, por mucho que el Gobierno...