Estas palabras de Jesús de Nazaret a Jairo, el jefe de la sinagoga de Cafarnaúm, vienen dirigidas también a nosotros, especialmente en las situaciones difíciles, en las que se nos oscurece el horizonte y nos asalta el temor. Los relatos de milagros de resucitación obrados por Jesús, como el de la hija de Jairo, el del hijo de una viuda en Naim y el de Lázaro en Betania, o los de aquellos que habían realizado los profetas Elías y Eliseo -narrados en el primer libro de los Reyes- y los que cuenta el libro de los Hechos de los Apóstoles que obraron después los apóstoles Pedro y Pablo, difieren del misterio de la resurrección a una vida nueva. La vida terrenal de aquellas personas, después de haber sido revivificadas, iba a terminar definitivamente...