Nos deja Juanpa (como le gusta que le digamos) y nos deja sin dolor para nosotros los colombianos. Antes, por el contrario, sentimos una gran alegría porque todavía queda algo de país y la esperanza de que Iván Duque y Marta Lucía Ramírez logren enderezar el rumbo equivocado y fatal por el que nos conducía quien, el martes pasado, dejó el cargo que con indignidad ocupó.
Deja un país endeudado como nunca antes, la salud en estado de coma y en cuidados intensivos, las EPS quebradas y sin posibilidades de prestar los servicios que les corresponden. La guerrilla en plena actividad, rearmada, cometiendo crímenes como siempre, secuestrando, volando oleoductos y los jefes ya imposibilitados físicamente para seguir en esas actividades, en el Congreso...