Fabio Rincón, modelo 38 largo, es del tiempo en que los muchachos “no usaban gomina”.
Cuando entró en circulación, el cine, una de sus primeras inguandias, era en blanco y negro.
El balón, otra de sus grandes pasiones que alimentó leyendo el desaparecido El Gráfico, su universidad deportiva, era redondo. Las porterías eran cuadradas. Tenía tres años cuando Gardel dijo ”adiós, muchachos” en el Olaya Herrera. No es de los giles que cañan con un pedazo del avión accidentado, pero en tangos es un hacha.
Su entorno familiar le celebró en El Retiro, Antioquia, sus primeros ochenta con aire de tango. La ocasión le permitió reencontrarse con su dispersa parentela. Los hijos de su mentor periodístico, don Hernando, y doña Luciela Tamayo, integran una variopinta...