Esta sociedad descompuesta no se cansa de producir monstruos humanos (¡tal vez sería mejor llamarlos inhumanos!), corruptos, malos individuos y criminales de todos los pelambres. Por eso, no es de extrañar que cada día los ávidos medios de comunicación, necesitados de mejorar su cantidad de escuchas o espectadores (algo que, en inglés, se llama rating, y que aquí hemos incorporado al lenguaje cotidiano, porque todo lo que suene así da estatus), inicien sus sesiones para expeler crímenes, infortunios y tragedias, etc., y debamos comenzar la procesión cotidiana cargados de dolor, tristeza y aburrimiento.
Esta semana, por ejemplo, se conoció el terrible e inconcebible asesinato de la niña Sara Ayolina Salazar Palacios quien, sin cumplir tres añitos,...