Está terminando Semana Santa y en la tradición católica de nuestro país son unos días de descanso y reflexión. Aprovechando estas fechas, debemos insistir en el propósito de calmar los ánimos en este país. En dejar de lado el insulto, la agresión y la mentira como práctica regular alrededor de los procesos políticos que estamos viviendo (tal vez los más importantes en décadas) y que lamentablemente nos siguen sumiendo en una división eterna, de siempre, y que debemos superar si el propósito es hacer un país decente.
El lenguaje está escalando en violencia. Las ofensas van creciendo. Las amenazas se van haciendo más explícitas. Así va a ser imposible construir una sociedad diferente. Los liderazgos opuestos de este país y sus seguidores se encuentran...