Cuando las palabras van contra los hechos, viendo todo el mundo cuáles son los hechos -que por naturaleza son tozudos-, se tiene lo que llamamos contraevidencia, y ella, precisamente por causa de la discrepancia -porque las palabras no tienen tanto poder como para desaparecer los hechos-, se devuelve contra quien las pronuncia.
Ahora bien, si se está ante una falta de conocimiento o información, ante un conocimiento incompleto o frente a una información incierta y discutible sobre los hechos, lo más indicado, como lo aconseja la prudencia -que “hace verdaderos sabios”- cabe guardar silencio, mantener la reserva. No dar por cierto lo que no se sabe y no pronunciarse sobre hechos inciertos y discutibles -como enseña la sabiduría ancestral, cada...