Amo los libros, son mis eternos compañeros de viaje, andanzas y resurrecciones; se me aparecen en sueños y, a veces en las madrugadas, también me visita un anciano de barbas bien peinadas llamado Gutenberg acompañado de su imprenta mágica. Ellos son mis hijos apasionados que me esperan en casa para disfrutar los arreboles de la tarde o encender antorchas en medio de la noche perlada de tinieblas.
Los quiero de todos los colores, olores, tamaños y edades, sean manuscritos en finos papiros o pergaminos, o impresos; con sus lomos, cubiertas, sobrecubiertas, portadillas o contraportadas. Los libros son maestros y consejeros, médicos y amigos, guías que nos conducen por los caminos del saber y las honduras de la historia.
Me sumerjo en sus páginas...