Cuando conocí al maestro Pacho Rojas Arcila (Envigado 1945) supe que es de los pocos mortales capaz de ver en el célebre dibujo de El Principito una boa comiéndose un elefante, y no un simple sombrero.
Hacía 27 años no visitaba su terruño. No hay que ser pupilo aventajado de Sherlock Holmes para descubrir que en el ADN del tímido artista plástico hay guías como su abuelo, Francisco Eladio, el escultor sagrado, y su bisabuelo, Andrés, tallador de cristos.
Viéndolos trabajar lo impactó la magia de ver cómo la madera, la piedra, el mármol, el papel, sus herramientas, se convertían en cristos o en boas que devoran elefantes.
Hace cuarenta años, cogió su timidez, sus estudios en Bellas Artes, sus sueños, insomnios y voló a Europa en un silencio de...