En una nación que escucha a diario conciertos, pero para delinquir, acorralada por el saqueo de la corrupción cuantificada en 50 billones de pesos anuales –equivalente a ocho reformas tributarias– se comienza a oír la sinfonía de la campaña presidencial. Unas postulaciones con buenas melodías. Otras realmente insoportables por lo desafinadas. Muchos patos/candidatos, lanzados al agua prematuramente, se ahogarán.
En el sonajero está Germán Vargas, ahora alejado del primer anillo de los corifeos presidenciales. También, Humberto de la Calle, quien ya habla el lenguaje franco que, de haber utilizado en La Habana, no habría caído en los remordimientos que ahora expresa en los reportajes. Aspiran a entrar en la baraja, no solo Iragorri –descendiente...