Al empezar este año electoral no estaría mal ensayar una breve reflexión sobre la paz y el apaciguamiento. Hay que decirlo de entrada. No habrá paz externa, entendida por tal la convivencia ciudadana o la armonía entre las personas, si no se da antes un proceso personal e íntimo de apaciguamiento. Se puede firmar la paz, se pueden negociar treguas y armisticios, se pueden alcanzar victorias o sufrir derrotas, pero si no hay una pacificación interior todo puede terminar siendo una farsa.
Ahora bien, para que haya apaciguamiento es necesario asumir, en el sentido de tomar y aceptar, no en el de fingir simples poses, algunas actitudes de transformación personal que no son fáciles pero sin las cuales no se puede garantizar la paz. Como el perdón,...