Don Gúmer salió ese día muy temprano a darle vuelta a su parcela a la orilla del río Aurra. No encontró el gallo cocotero, rey del corral, al que ya le había extrañado su canto matutino y pensó que se había enfermado. Revisó sus gallinas, su maizal y sus otros sembrados. Todo bien, menos el gallo.
A la media mañana, don Gúmer miró hacia el cielo y vio un humo negro saliendo de la chimenea del rancho de Majute, su vecino. Su malicia criolla y su experiencia lo hicieron pensar.
--Apuesto a que mi gallo va a ser el almuerzo de Majute y su familia.
El viejo se fue a casa de su vecino y se sentó a conversar. En eso era un sabio. Hablaron de todo, hasta que lo invitaron a almorzar.
--Don Gúmer, lo invitamos a comer un pollito que trajo la nuera. Dijo...