Se siente uno extraño cuando le preguntan en un supermercado si va a pagar la bolsa de plástico.
En otros países, el cobro redujo el volumen de bolsas usadas. Es una medida útil, pero el problema de fondo sigue. La cantidad de ese material que va a los rellenos es gigante. También la que yace en calles y en cualquier sitio que el humano ha visitado.
Los distintos tipos de este material han cautivado, tal vez más que los gatos, y su uso es un vicio. No solo personal, sino industrial y comercial.
Es común que en almacenes se empaquen hoy cosas que antes no, habiéndose creado una necesidad para obtener más ganancias, sin importar el daño colateral. Se pelan mandarinas y se envuelven en plástico sobre una bandeja con plástico. Se parten la guanábana,...