Si un hijo suyo le dijera que quiere ser árbitro de fútbol, ¿qué hace usted con ese muchacho? Lo anima y le compra el siniestro uniforme que usan, o escoge entre llevarlo a tratamiento siquiátrico o enrolarlo en la Legión Extranjera francesa.
Siempre me he preguntado cuál es el raciocinio de una persona para llegar a la conclusión de decidirse por ciertos oficios, como coprólogo o árbitro de fútbol. Y es que ninguno de ellos es un trabajo indigno, al contrario, cómo sería el mundo sin ellos; pero es que si fuesen desconocidas las consecuencias de tal escogencia, uno entendería que eso pueda pasar. ¿O será que hay otros factores desconocidos y misteriosos como los caminos del Señor?
Para evitar los temas escatológicos, y no estoy hablando del Proceso...