El acuerdo final suscrito entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las Farc es fundamentalmente positivo, de lejos y principalmente, para el futuro de los colombianos, que así disfrutaremos de por lo menos dos cambios de gran importancia que nadie puede negar.
El primero, las armas de las Farc les serán entregadas, con plazos cortos, acordados y conocidos, a los representantes del Consejo de Seguridad de la ONU –las principales potencias militares del mundo–, para que estos procedan a inventariarlas y destruirlas. Y el segundo, más importante aún –porque las armas no se disparan solas, solo se usan si hay la voluntad de hacerlo–, que las Farc renuncian a su decisión equivocada de medio siglo de hacer política a bala y se someten al imperio de...