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Por Guillermo E. Arismendy Díazredaccion@elcolombiano.com.co

Alcanzar la paz ha sido un anhelo de Colombia, pero no de todos los colombianos.

Para lograrla, algunos han intentado la vía de las armas, otros la oración, otros apelan a la taumaturgia del cuenterismo que en clave de colombianada se llama carreta. Pero seamos sinceros: la falta de interés real por alcanzarla o mejor, el interés por las ventajas de la guerra es lo que ha dado al traste con ese propósito en más de un siglo. Desde la guerra de los Mil Días, el negocio de la guerra no ha dejado aclimatar la paz. Hacer la política a punta de bala ha dado ventaja a muchos.

Cada vez que un grupo de ilegales quiere acceder a la institucionalidad, canta Colombia que llegó la paz. Así ha sido...

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