david e. santos gómez
En el 2011, por estos mismos días de enero, Egipto ardía. La plaza Tahrir del Cairo era un símbolo de las manifestaciones del mundo árabe que exigían una transformación radical en la forma de hacer política de gobernantes eternizados en el poder. En el caso egipcio la figura a derrotar era Hosni Mubarak, que tras las masivas protestas abandonó el poder en medio de gritos de júbilo de jóvenes nacionales y aplausos hipócritas de Occidente.
Lo que pasó de allá para acá es una cronología de la tragedia. La Primavera Árabe, que tuvo en el alzamiento egipcio un ejemplo y tocó con fuerza a Túnez y Libia, pasó a ser una revolución aprovechada por los poderes de siempre. Si bien Mubarak cayó tras 30 años en el poder, Egipto no ha logrado estabilizarse en medio de luchas desgarradoras de políticos y miembros del ejército.
Mohamed Morsi, quien fuera electo tras la caída de Mubarak, fue luego depuesto en un golpe de Estado en 2013, y el actual gobernante, Abdelfatá Al Sisi, maneja el gigante africano con una mezcla de rudeza y viejas prácticas.
El fin de semana, justamente en medio de las manifestaciones que conmemoraban los cuatro años de la caída de Mubarak, el ejército reprimió las marchas y los enfrentamientos se tornaron violentos. 15 personas murieron, entre ellos una reconocida joven líder de izquierda que fue tiroteada.
Los manifestantes que dieron impulso a la transformación árabe de 2011 repiten con frecuencia que su protesta fue secuestrada, que fue una chispa que nunca logró el fuego definitivo y que murió apenas nacer. Las cabezas de las dictaduras cayeron una tras otra pero la corrupción y la represión se mantuvo vigente.
¿Murió la Primavera? Sí. Quizá Túnez puede considerarse el único país que logró sortear una transformación lenta pero eficiente, mientras sus vecinos no salen de un torbellino de inestabilidad gubernamental y contención militar. Egipto es el caso más visible pero la situación de Libia es aún más dramática mientras dos grupos se pelean el gobierno luego de la caída de Muamar Gadafi. La ONU, incluso, habla de la urgencia de mandar una fuerza al terreno. El país se desmorona y tiene las novenas reservas de petróleo del mundo. Es quizá por eso que importa.