Me ha ido bien con las echadas. Las he disfrutado a pesar del estupor que produce dar con los huesos en el asfalto. He procurado sacarles partido a esos reveses. Recuerdo la cara de Subuso que me devolvía el espejo cuando me botaban. Felizmente, la imaginación se activaba hasta encontrar otro destino. El espectáculo tiene que continuar.
Recordé mis echadas a raíz de la reciente celebración del Día del Periodista.
A los tres-cuatro años entramos a formar parte de la diáspora. Nos echaron del terruño por cachiporros. Del seminario salí porque fui llamado, no escogido. A veces Dios hace las cosas bien. Quería ser papa pero terminé de aplastateclas. ¡Qué gran papa perdió el mundo!, diría neronianamente.
Me eché solito de la Universidad de Antioquia....