En las últimas décadas pocos personajes generaron tanta ilusión como Barack Obama. Su llegada esperanzó incluso a los escépticos tras la negra tormenta que representó George W. Bush. Su carisma lo llevó a un triunfo holgado en las primeras elecciones e incluso a una reelección apabullante en el 2012. Como para ratificar la expectativa mundial le otorgaron un Nobel de Paz en 2009 más por lo que podría hacer que por lo que había hecho.
Pero más allá de lo etéreo de su contexto político inicial lo que construía entusiasmo eran sus promesas. Al interior de su nación los caminos mostraban la oferta de recuperar la destrozada economía e insistir en una reforma sanitaria y migratoria. En política internacional, los esfuerzos estaban direccionados hacia...