Como mamá una de las cosas que me más me cuesta superar es el intento de no definirme a través de la mirada de quienes juzgan mi estilo de maternidad. Es algo así, llegas a un lugar y tu hijo hace algo que sale de la norma, o peor, algo que se espera de un adulto. Eres la madre del niño que llora en un avión, que derrama la bebida en un restaurante. Hace algo, llama la atención y de pronto eres blanco de las miradas de los demás. Y esas mirada tiene una incógnita que nos llega como una punzada: ¿qué clase de madre eres?
En estos momentos tratas de corregir, de eliminar. Intentas que tu hijo “se porte bien”. No está mal, la verdad, hay cosas que hay que aprender, el problema es que a veces ni sabemos qué queremos enseñar, solo queremos pasar desapercibidos....