La apabullante transformación del periodismo no resulta una sorpresa para casi nadie. En las salas de redacción es evidente que el peso de ese reportero aleccionador, dictatorial por momentos desde una tribuna intocable, poseedor de la verdad según sus propios criterios; no existe más.
Quizá, con excepción de un par de figuras que deambulan en los pabellones de los grandes informativos, la mayoría de periodistas hemos asimilado que la exclusividad como formadores de opinión dejó de estar en nuestras manos. ¿Quién direcciona hoy, entonces, la ciudadanía crítica? ¿A quién importa la postura de un medio como conciencia política?
Este año electoral -nacional e internacional- nos ha enseñado bastante. Hasta hace muy poco la decisión de un editorial...