Esta semana, por fin, aterrizó la tan anunciada reforma tributaria. Ya habrá oportunidad más adelante para comentar en detalle sus abigarrados contenidos. Por el momento, quisiera destacar dos aspectos de ella: es tardía pero resulta necesaria.
Es tardía, en primer lugar. Su justificación principal ha sido la de que es indispensable por razón de los efectos fiscales de la caída de los precios del petróleo. Pues bien: el desplome de los precios de los hidrocarburos en los mercados internacionales se conocía desde hace dos años. Ese debió ser el momento para presentarla. O aún, si se quiere, los expertos rindieron su informe hace cerca de un año que también pudo ser el término de referencia para presentarla. No se hizo así, sin embargo.
Se le dio,...