Por Aaron E. Carrollredaccion@elcolombiano.com.co
Hablamos de comida en sentido negativo: lo que no deberíamos comer, lo que lamentaremos más tarde, lo que es malo, peligrosamente tentador, insalubre.
Los efectos son más insidiosos que cualquier cantidad excesivamente indulgente de “mala comida”. Al preocuparnos por la comida, convertimos a las ocasiones para la comodidad y la alegría en fuentes de miedo y ansiedad. Y cuando evitamos ciertos alimentos, generalmente lo compensamos consumiendo demasiado de otros.
Todo esto sucede bajo el disfraz de la ciencia. Pero una mirada más cercana detrás de nuestros miedos a la comida demuestra que muchas de nuestras comidas más demonizadas en realidad son buenas para nosotros. Claro está que llevadas a extremos...