Las elecciones presidenciales del domingo pasado fueron la muerte de los partidos tradicionales en Colombia. Ni más ni menos. Tanto quienes ganaron en las urnas, como quienes perdieron, pasarán a la historia (o pasarán al olvido, vaya usted a saber) como los enterradores de una saga política de la que siempre nos ufanábamos.
El primer gran muerto de esta debacle histórica es el Partido Liberal Colombiano. Y fue el expresidente César Gaviria quien, como lo dijo con burla el periodista Héctor Rincón, haciendo alusión a la conocida casa mortuoria de Bogotá, enterró a Humberto de la Calle en la Funeraria Gaviria, sacrificada su aspiración presidencial por la miopía y falta de grandeza del dirigente pereirano. Da grima ver a Gaviria y al otrora...