Apenas aparecida la luz del lunes festivo, la tan leída columnista de estas páginas Ana Cristina Restrepo trinó estas nueve palabras de mármol: “Terrible amanecer, espantoso. Diálogos suspendidos: esto es una tragedia”. La imagina uno enterándose en ese instante del destino griego que persigue a Colombia y que repite su oráculo con precisión regulada.
Los negociantes de la guerra de inmediato se sorprendieron de que la noticia no se hubiera producido muchísimo antes. Los malpensantes de redes sociales apresuraron acusaciones contra quienes conocían de antemano pormenores del secuestro general y contra la experimentada víctima que entregó en bandeja su cabeza en plena espesura selvática.
Lo cierto es que la mente del país está entrenada para la...