Bernard Lévy y George S.
Una nueva Ucrania nació hace un año durante las protestas proeuropeas que ayudaron a sacar al presidente Viktor F. Yanukovych del poder. Y hoy, el espíritu que inspiró a cientos de miles a reunirse en el Maidan, la plaza de la independencia de Kiev, es más fuerte que nunca, aún mientras está bajo ataque militar directo por parte de las fuerzas rusas que apoyan a los separatistas.
La nueva Ucrania busca convertirse en lo opuesto a la antigua Ucrania, la cual fue desmoralizada y plagada por la corrupción. La transformación ha sido un experimento en democracia participatoria; una noble aventura por parte de un pueblo que se ha movilizado para abrir a la nación a la modernidad, la democracia y Europa. Y este es solo el comienzo. Este experimento es increíble como forma de expresión en defensa de la integridad territorial de Ucrania ante los separatistas, pero también en trabajo constructivo. Los manifestantes de Maidan han pasado de oposición a construir nación.
Muchos de aquellos en el gobierno y el parlamento son voluntarios quienes han renunciado a trabajos bien remunerados para servir a su país. Natalie Jaresko, una exinversionista bancaria, ahora trabaja por unos pocos cientos de dólares al mes como la nueva ministra financiera. Los voluntarios están ayudando a un millón de desplazados internos de Ucrania así como asesorando a ministros y gobernantes locales.
La nueva Ucrania, sin embargo, enfrenta un poderoso reto por parte de la antigua Ucrania. La vieja Ucrania se encuentra profundamente arraigada en una burocracia estatal que ha trabajado de la mano con la oligarquía de negocios. Y los reformadores también se enfrentan a la hostilidad manifiesta del presidente ruso, Vladimir Putin, quien quiere desestabilizar Ucrania a toda costa.
Una desventaja es que la nueva Ucrania es un secreto bien guardado, no solo del resto del mundo sino también del público ucraniano. Las reformas radicales han sido concebidas pero aún no han sido implementadas.
Es instructivo comparar a Ucrania hoy con Georgia en 2004. Cuando se convirtió en presidente ese año Mikheil Saakashvili inmediatamente reemplazó a los detestados policías de tránsito y removió las barreras utilizadas para extorsionar a los conductores. El público inmediatamente reconoció que las cosas habían cambiado.
Desafortunadamente, Ucrania aún no ha hallado un proyecto de manifestación similar. Las fuerzas policiales de Kiev deben ser reestructuradas, pero si alguien necesita una licencia de conducción, debe pagar el mismo soborno de antes.
Aunque Rusia está en una crisis financiera creciente, el señor Putin parece haber decidido que puede destrozar a la nueva Ucrania antes de que esta se pueda establecer completamente y antes de que una desaceleración económica destroce su popularidad.
Ucrania se defenderá militarmente, pero necesita ayuda financiera con urgencia. La necesidad inmediata es de 15 billones. Pero para asegurar la supervivencia de Ucrania y motivar la inversión privada, los poderes occidentales tienen que comprometerse políticamente a ofrecer montos adicionales, dependiendo del alcance del ataque ruso y el éxito de las reformas de Ucrania.
Los reformistas, quienes quieren evitar las pérdidas que caracterizaban a la vieja Ucrania, han expresado su deseo de hacerse responsable por todos los desembolsos. Están aprobando amplia legislación pero también quieren que el Fondo Monetario Internacional siga monitoreando.
No es solo el futuro de Ucrania lo que está en juego, sino aquel de la misma Unión Europea. La pérdida de Ucrania sería un golpe enorme; le daría poder a una alternativa rusa a la Unión Europea basada en la ley de fuerza y no en la ley. Pero si Europa entrega la ayuda financiera que Ucrania necesita, el señor Putin eventualmente se verá obligado a abandonar su agresión. En el momento, puede alegar que los problemas económicos de Rusia están siendo causados por la hostilidad occidental, y el público ruso siente que su argumento es convincente.
Sin embargo, si Europa es generosa con su ayuda financiera, una Ucrania estable y próspera dará un ejemplo que deja claro que la culpa por los problemas financieros de Rusia la tiene el señor Putin. El público ruso tal vez entonces lo obligará a emular a la nueva Ucrania. La recompensa para Europa sería una nueva Rusia convertida de amenaza poderosa estratégica a potencial socioestratégico. Esa es la apuesta.