«Cuando el diablo no tiene que hacer, con el rabo espanta las moscas». El dicho viene que ni al pelo para la sucesión de estupideces que perpetran los jóvenes de hoy. Bien es sabido que la pubertad es propicia para la comisión de toda suerte de desmanes, más o menos vandálicos, y para forzar los límites del cuerpo, que por entonces creemos indestructible. Hay al menos una centena larga de instantáneas en mi vida correspondientes a esa etapa que de haber quedado recogidas en las redes sociales me impedirían hoy no ya ser candidato a la Presidencia, aunque sea de la comunidad de vecinos, sino pisar la calle. Porque aunque ustedes me vean con esta carita de no haber roto un plato, con esa pose impostada a conciencia en la foto que acompaña estas...