La capacidad de servir a los demás no es algo que surge en forma espontánea en los niños. Sin embargo, es una virtud que podemos inculcar en ellos con nuestro ejemplo. En efecto, cuando nosotros tratamos a los demás con amabilidad, los niños aprenden a ser gentiles con los demás; cuando los acogemos afectuosamente, ellos aprenden a amarnos y amar al prójimo; y cuando los atendemos con verdadero interés, ellos se sienten importantes y valiosos.
Lo cierto del caso es que ser padres es una misión interminable y también muy enriquecedora. Nosotros somos las que cuidamos, guiamos, protegemos y disciplinamos a los niños, a la vez que los que estamos al frente del hogar y alimentamos la colaboración, la solidaridad y la unión entre todos los miembros...