Sin saberlo y sin quererlo, los padres les estamos haciendo a los hijos un inmenso daño desde el momento en que decidimos que, entre nuestras principales obligaciones está resolverles cualquier contrariedad que enfrenten, solucionar todos sus problemas, además de darles todo lo que no merezcan.
El resultado de estas actitudes paternas, lejos de ser positivo, es perjudicial para los hijos porque lo que así estamos logrando es garantizar que se conviertan en personas irresponsables, malagradecidas, egoístas y, como resultado, inútiles.
En el pasado, antes de que los padres decidiéramos que una de nuestras funciones primordiales era asumir los deberes y los problemas de los hijos como propios, si ellos no hacían las tareas los castigaban; si olvidaban...