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Todos sabemos que poner a los mineros a delimitar un páramo, o a un constructor a delimitar un humedal, es como poner a 20 ratones a cuidar un queso. Es obvio que en el suelo superficial o subterráneo se encuentran los minerales de cualquier mercado nacional o internacional, pero también es obvio que es allí donde se regula el agua de cualquier predio. ¿Qué hacer con los recursos de un país que hasta ahora empieza a formar su identidad?
Durante años Colombia ha seguido los modelos de desarrollo de España, Francia, Reino Unido, Estados Unidos, México, Brasil, Canadá, Chile y hasta del propio Ecuador, y las cosas han salido muy mal. ¿Cuándo reconoceremos y aprovecharemos las ventajas que tenemos sobre todos ellos?
Muchos de estos países le han entregado el agua solamente a las actividades económicas y ahora su población sufre las consecuencias ¿Qué hacer? Pues debemos comenzar desde el principio: desarrollando el conocimiento.
Un país que no conoce los beneficios y servicios que ofrecen sus propios recursos, es un país que seguirá condenado a perderlos. La crisis por la que atraviesa Brasil, Chile y Argentina por la falta de agua no puede llegar a Colombia. Es impensable que en un país tropical como Colombia exista racionamiento y desabastecimiento de agua, y lo peor, que las consecuencias sigan aumentando. Increíble que los habitantes de Santa Marta y demás municipios del Caribe, al lado de la Sierra Nevada y del río Magdalena, sigan sin agua.
Escuché en una crónica de radio, de esas de las que ya no se escuchan, los factores de migración en Colombia. En este especial liderado por Diego Perdomo para la Radio-Difusora Nacional de Colombia (emisora que retomó su nombre original, anterior Señal Radio Colombia) la profesora Nubia Ruiz, de la Universidad Nacional, señalaba que la contaminación del agua era uno de los factores “expulsores” del campo. No solamente es el conflicto armado, es también la pérdida del acceso al agua.
Conocer dónde está el recurso hídrico y protegerlo de manera estratégica para su uso sostenible, debe ser la prioridad. Minambiente, a través de sus institutos de investigación, nos debe la metodología para la delimitación de páramos y humedales, sin que le metan la mano los ministerios. Este es un trabajo intelectual donde a partir de factores bióticos o físicos se identifican las áreas reguladoras de la vida. Y los sectores económicos deben respetarlo.
¿A quién se le ocurre todavía aprobar licencias de construcción dentro de los humedales? Los conceptos a favor de licencias de construcción dentro de los charcos (como son llamados los humedales) son obvios, pero ¿es que acaso las autoridades los han caracterizado y delimitado para su protección y prohibición de intervención? Por supuesto que no. Pareciera que vivir en la ignorancia vale mucho.
¿Quién pagará por llevar a vivir a su familia al agua? Las manifestaciones en el humedal La Conejera también son reacciones contra la irracional. ¿Quién sigue autorizando la construcción de vivienda en estas zonas de riesgo?
Tener el tercer puesto en el ranquin mundial de países que han llevado a la población a vivir en zonas de inundaciones, deslizamientos o terremotos, de acuerdo a la UNOCHA (Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios-por sus siglas en inglés) debe ser motivo de vergüenza. Tenemos derecho a vivir tranquilos, no bajo amenazas ni riesgos de algún tipo.
El conocimiento es para desarrollarlo. Ubicar muy bien las fuentes de agua, la dinámica de un humedal o el movimiento de una montaña deberá ser requisito para la compra de cualquier predio. Las lecciones siguen sin aprenderse.
El diseño de la metodología, ejecución y reglamentación de la zonificación de páramos y humedales, como Santurbán o La Conejera, debe ser solo de los institutos designados y responsables de desarrollar y generar este conocimiento, no como lo propone el nuevo Plan Nacional de Desarrollo 2014- 2018. Gústele a quien le guste.
