Estación Turismo, a la que llegan señoras con sombreritos de colores, sandalias chinas y bolsitas con pastillas y protectores para la piel; hombres de pantaloneta de palmeras, riñonera y cachucha de rapero; niños con la cara colorada, pato inflado y ganas de irse ya a la casa; jóvenes conectados a sus dispositivos electrónicos, tatuajes, clavos y peinados; muchachas que se cubren lo mínimo (a veces inflado a punta de botox y silicona) y viejos verdes que miran a través de gafas oscuras, dándose ánimos con mentiras y hablando de política. Y en medio de estas multitudes turísticas (que ya incluyen perros, hámsteres y gatos) cada vez más grandes debido a promociones y tarjetas de crédito, los hoteles de todas las estrellas, las cabañas cada vez...