Estación Fronteras, que además de geográficas son también sociales, raciales y económicas, y a la que llegan cientos de personas con sus niños y enseres, unas en calidad de refugiados y otras como desplazados, sin que falten los que quieren atravesar de un lado al otro porque en esto de moverse cada cual busca su lugar en la tierra; si lo dejan. Pero no todos pasan o si lo hacen no es haciendo fiesta (como la llegada de un circo) sino sabiendo que ya todo lo han perdido: la lengua, las formas de expresión, el paisaje y sus referencias, su antiguo tejido social, el sistema climático, la comida etc. Y como siempre pasa, los espiritualistas (que hablan de humanizarnos y hasta lloran con sus palabras) por ninguna parte, tampoco los que se conmueven...