En los países europeos las promociones del turismo están llenas de imágenes de castillos, calles antiguas, ciudades viejas, algo con lo que en parte también se vende un sector de Cartagena.
Contrario de lo que sigue sucediendo en Antioquia y en Medellín, donde el desprecio por las construcciones antiguas es total.
Y al paso que van cayendo ese pasado rico en historias se pierde, mientras el ciudadano se queda sin referentes.
Poco se ha salvado. La lógica del antioqueño se mueve bajo el signo pesos: reparar un inmueble antiguo cuesta dinero y deja poco, pero tumbarlo y construir un edificio en su lugar deja billete.
Así de simple y de duro. Del centro de la ciudad poco queda. Tal vez el barrio Prado, que vive el mismo proceso: es caro el mantenimiento...